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Tenía que estar el blanco
en lo oscuro de la noche
y ser tarde y faltar cosas.
Tenías que estar tú. Y tú
no estabas en los lugares
que juntos habitamos.
Entre dos soledades.
Y tampoco estaba yo,
que iba lejos y calvo.
El hueco, el hueco allí
de nuestros cuerpos:
un reburujo de yerba.