Las
pequeñas cosas
Esas pequeñas
cosas. No las del chiste:
sarcásticas,
cáusticas, alcanzables...
una pequeña mansión,
un pequeño yate,
una pequeña fortuna...
No, no, nada de eso sino lo imposible,
lo que
el hombre solo rozará
en algún contado
instante de la vida:
El corazón de su
amante,
el ala de un ángel de
extraña rareza
que se presenta a
veces a nuestro lado
en forma de niño
o de anciana muy pálida,
la luz de una flor que
nace de la cal
desafiando ella sola
la soledad del sol,
la brasa de la calle,
la caricia de pétalo
malva de una mano
que se posa en la sien
y masajea
con pico de algodón
esa impaciencia,
el color de la
amistad; amapola
solitaria entre los
trigos,
la madrugada de la
alondra, digan
lo que digan, en
lamento de amor
por las olivas, digan
lo que digan...
Un bucle negrísimo de
magnitud atómica
a la perturbadora
puerta del destino.
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